12 de marzo de 2014

Batman de Grant Morrison: Un tebeo tan necesario como injustamente valorado


Si he elegido esta imagen entre las miles de viñetas y portadas icónicas que nos dio la etapa de Morrison a lo largo de sus intermitentes 7 años de publicación es porque nos demuestra algo que parece tarea imposible en los cómics de superhéroes en la actualidad: Evolución. Un nuevo Batman, un nuevo Robin y una nueva estética. Porque no se vosotros, pero yo estoy muy harto del enfoque post-Frank Miller que ha tenido el personaje desde el año 1986, copiado y quemado hasta la extenuación y que además ha sido potenciado por el éxito del Batman Nolaniano. Oscuridad, ambiente urbano, policías corruptos y realismo, mucho realismo.


Y Batman es mucho más que eso. Un personaje que cumple 75 años este 2014, no puede ser reducido a la encarnación de un solo autor, por mucho que las dos obras de Miller sean sendas obras maestras, títulos necesarios en la historia del cómic y sobre todo en la historia del personaje. Pero llega un momento que lo que fue original y rompedor, se convierte en rutinario, y eso es lo que le ha pasado al personaje y lo que Morrison intentó cambiar.

La tarea de leer el trabajo de Morrison al frente del murciélago es tarea complicada, ya que su etapa pasó por 3 series regulares diferentes, miniseries y especiales aparte y que además tuvo que ser "cuadrada" dentro del evento Crisis Final y sobre todo paralizada y vuelta a comenzar en ese absurdo reinicio que ha sido y es Los Nuevos 52.


Porque lo que fue historia oficial dentro del universo DC, se ha convertido en universo alternativo o elseworlds dentro de la "historia oficial" del universo DC, por mucho que la muerte de Damian haya tenido supuesta repercusión en ese nuevo 52 que todavía nos tienen que explicar si es un reinicio, una continuación del universo DC tradicional o una broma de mal gusto que se ha alargado en demasía.

Pero vayamos a lo importante, el Batman de Grant Morrison. Un tebeo fundamental dentro de la historia del personaje y que debe ser releído y valorado en su justa medida como el intento de lo que debería ser el hombre murciélago en el siglo XXI y en extensión, lo que deberían ser los tebeos de superhéroes mainstream, un regreso a la sorpresa, al cambio, a un nuevo status quo que te devuelve las ganas de seguir comprando mes a mes las aventuras de tus personajes favoritos, no solo por simple inercia, sino porque de verdad que tienes ganas de saber que les pasa a aquellos personajes que amas y que se han convertido en parte de tu familia ficticia.


Resumir el trabajo y las líneas argumentales de 7 años de historias, sobre todo cuando están narradas por un escriba como Morrison, que te plasma más ideas en tres páginas de un tebeo, que la gran mayoría de compañeros de profesión en 5 años de etapa al frente de una colección es tarea imposible. Olvidaos de la narrativa descomprimida de la que hacen gala los tebeos actuales para que queden bonitos arcos argumentales reeditados en perfectas ediciones de tapa dura con sobrecubierta. Con Morrison cada tebeo de 22 páginas es fundamental y no una excusa para llenar páginas.

Otra cosa es que su estilo te llegue. Que sus referencias extracorporales y su misticismo pop se te pueda indigestar y que a veces utilice un léxico tan críptico para parecer más inteligente de lo que es (que lo es y mucho). Pero nadie debería dudar de las grandes intenciones de Morrison de traer de vuelta a un Batman multi-faceta y que dentro de él tiene la esencia de los 70 años del personaje. Desde el justiciero con pistola de los años 30, pasando por el héroe más naif de los años 40 y 50, el psicodélico de los años 60, el bondiano de los 70 y también, por supuesto, el torturado de los años 80. Y lo mejor es que lo consigue dándole una explicación lógica, y no solo eso, sino que de este sale un nuevo Batman, nunca visto, mejorado y sobre todo diferente.



Morrison comienza su historia relajando al lector con una primera historia, Batman e Hijo, que parece sencilla, como si Denny O Neil y Neal Adams volvieran a Batman en el siglo XXI, Batman, Man-Bat, un Bruce Wayne más bondiano y playboy que nunca, novias top-model y Talia Al Ghul. Pero nada es lo que parece y lo primero que te descoloca es la aparición del hijo de Talia Y Bruce, Damian, quizás el mejor personaje que ha creado Morrison, que parece una evolución natural de la novela gráfica Batman Hijo del Demonio del año 87, pero como decíamos antes, nada es lo que parece.

A partir de ahí, Morrison embarca al personaje y a nosotros, en un viaje a través del espacio-tiempo, de la mente del personaje y sus múltiples versiones, para demostrarnos que Batman es un mito atemporal, que siempre existirá, porque como los grandes mitos es inmortal. De ahí ese viaje por la historia que es El Regreso de Bruce Wayne, una representación del mito del murciélago que es tan universal que encaja perfectamente en cualquier época.

Y no solo eso, Morrison "mata" a nuestro protagonista, para demostrarnos que el personaje podría seguir perfectamente sin Bruce Wayne, entregándonos al mejor duo dinámico de la historia, Dick Grayson como Batman y Damian como Robin. Una pareja diferente, casi con los roles cambiados, pero que dan un toque de aire fresco a este universo tan quemado por los tópicos. En un momento de la colección, Gordon le dice a este nuevo Batman que los policías le prefieren al original, y no es el único.

Pero el siguiente paso en la evolución del personaje viene con su regreso a través del espacio-tiempo. El mundo ha cambiado y el personaje necesita un revulsivo, y ese revulsivo es Batman Incorporated, un ejército internacional de Bat-agentes que vuelve a demostrar la capacidad de Morrison para crear o mejor dicho recrear conceptos que de repetirlos se han quedado obsoletos.


Morrison termina la saga como la empezó, con sus personajes principales, Bruce, Talia y Damian como piezas centrales de un drama que solo puede acabar en tragedia, firmando un capítulo final con un crescendo dramático que es un ejemplo de como escribir un tebeo de superhéroes. Todo cambia y el personaje, de haber seguido la línea argumental de Morrison, quedaba abierto a una nueva interpretación.

El problema, que los personajes actualmente son marcas, iconos con un concepto básico para que sea fácil de digerir para el gran consumo. Por ello, DC ha preferido hacer como que el Batman de Morrison ha sido el capricho para una gran estrella, pero sin trascendencia para el devenir del personaje. Hemos vuelto al punto de partida, el Batman de Snyder, urbano, siniestro y muy oscuro. Tan mal están las cosas que nos vuelven a contar el origen de Batman con unos cambios estéticos y una oscuridad impostada que tristemente funciona en ventas mil veces mejor que la arriesgada e inteligente propuesta de Morrison. Eso demuestra que la gran mayoría de los aficionados prefieren los terrenos comunes y conocidos, por lo que la situación actual del tebeo americano no solo se le puede achacar a sus responsables editoriales, sino también a una gran masa de lectores que siguen comprando por inercia, no por amor a los personajes o a las grandes historias.

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