26 de agosto de 2014

La Cosa del Pantano: Seres Queridos de Brian K. Vaughan y Roger Petersen. Los irregulares inicios de Brian K. Vaughan



















La sombra de Alan Moore es alargada, sobre todo en aquellos personajes que el inglés tocó allá por los años 80, sobre todo si hablamos de La Cosa del Pantano, el personaje creado por Len Wein y Berni Wrightson en el número 92 de House of Secrets. Un personaje que demostró en su primera andadura que no daba mucho más de si y que en manos de Moore se convirtió en un referente del cómic de los años 80.

Pero una vez Moore terminó con él, la pregunta era, ¿merece la pena seguir contando algo más sobre un personaje que Moore exprimió hasta las últimas consecuencias? La respuesta para DC Comics fue que si, y tras la mítica etapa, muchos autores, desde Rick Veitch tras la marcha de Moore, a más recientemente Scott Snyder, han intentado sin éxito, replicar la fórmula que hizo tan maravillosa y única la epopeya de Moore.

De lo otro que ha servido La Cosa del Pantano para el cómic americano, ha sido como banco de prueba de nuevos talentos. Y este es el caso que nos ocupa a continuación. Tras la etapa de un primerizo Mark Millar, joven promesa cuya calidad fue cayendo progresivamente a medida que su fama crecía, donde La Cosa del Pantano y Abby tenían una hija llamada Tefé, llegó la oportunidad de otro autor primerizo que al contrario que Millar no ha hecho más que mejorar, Brian K. Vaughan.



Cualquier lector de cómics actual sabe quien es Brian K. Vaughan. Tebeos tan excelentes como Y el Último Hombre, Ex-Machina, The Runaways o los más recientes Saga o The Private Eye, son buena prueba de ello. Pero el Brian K. Vaughan de La Cosa del Pantano todavía no es ese autor, artífice de algunos de los mejores tebeos de los últimos 15 años.

Inteligente por su parte es centrar la atención en Tefé, ya que intentar desarrollar y hacer avanzar a personajes como La Cosa del Pantano, Abby o Arcane es tarea inútil tras lo que hizo con ellos Alan Moore, y si no, que se lo digan al sobreexplotado Scott Snyder, que solo consiguió hacer un mash-up entretenido pero olvidable en su reciente etapa, mezclando sin ningún pudor los elementos de Moore y el original de Wein y Wrightson sin un ápice de originalidad.

Y Vaughan juega con el manido recurso de la amnesia y el viaje iniciático en busca de sus orígenes. Pero quitando los dos primeros ejemplares de la colección, el resto de lo leído hasta el primer momento (los primeros 5 números de la serie regular, recuperados por ECC) no es más que una sucesión de episodios autoconclusivos con el viaje de la protagonista a través de América, que le sirve a Vaughan como excusa para tratar temas sociales y de género que no dejan de ser un pasatiempo correcto pero intrascendente.

En definitiva, la obra en cuestión tiene sentido y valor para aquellos que tengan un afán completista por el personaje o seguidores de Vaughan que quieran leer las primeras y desconocidas obras de uno de los mejores autores que hay en la actualidad. El resto, abstenerse.

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