4 de septiembre de 2014

Building Stories de Chris Ware: La épica de lo cotidiano























Chris Ware es un autor único y también un autor al que es complicado introducirse en su universo. Tras un bello envoltorio, subyace una oscuridad y un pesimismo que le acerca a contemporáneos suyos como Daniel Clowes. Pero es de los pocos autores que ha influido por igual al sector independiente (Asteryos Polip de David Mazuchelli, Ice Haven de Daniel Clowes) como al mainstream superheróico (Ojo de Halcón de Fraction, la actual etapa de Vengadores Secretos o la antología Wednesday Comics de DC Comics). El secreto de su éxito, la perfecta fusión de forma y fondo, de continente y contenido.



Y llegamos a la que quizá sea su obra más ambiciosa desde el punto de vista formal. Una obra que necesita de la complicidad del lector, ya que no es un tebeo, una novela gráfica, es algo más. Es un juego compuesto por 14 piezas, obras unitarias por separado, pero que en su conjunto te abren un abanico en el que en su interior encontramos un pequeño universo en el que nos encontramos a personas de carne y hueso.



¿Y cómo abordar la lectura de estas 14 piezas en las que Ware homenajea todos los formatos posibles aparecidos en el mundo del cómic y la literatura, desde el tabloide de los Domingos de los periódicos americanos, a la tira diaria, pasando por el comic book y el libro infantil? Pues como el lector decida, porque como buena cinta de Mobius que es y su propio título indica, el lector puede acercarse a esta obra en el orden que quiera.





¿Pero cómo es posible que no necesite un orden para su comprensión lectora? Primero, porque Ware es un narrador excelente, muy particular, pero excelente. Y lo segundo, porque  las historias que leemos son retazos de la vida de una serie de individuos, en especial la de uno de ellos que habitan en un viejo edificio, que es tan cotidiano y real que cualquiera de nosotros podrá identificarse con las penas, miedos y alegrías de ellos o ver reflejado a alguien que conocemos.



Porque pasada la originalidad y la novedad del formato y el juego al que nos reta Ware, la pregunta más importante es, ¿estamos ante una buena obra, quitando el ejercicio formal en el que va envuelta? Y la respuesta es un rotundo si, gracias a la habilidad de Ware de crear personajes con alma. En especial nuestra protagonista femenina, una mujer llena de miedos e inseguridades, dudas y deseos que son plasmados por Ware con una desnudez emocional digna de todos los elogios.



Un ejercicio de estilo y una obra madura y redonda. Un plantel de personajes de carne y hueso, una vida contada casi al minuto (muy parecida a la maravillosa película Boyhood de Richard Linklater) y una obra plástica y formalmente deliciosa. Un regalo para los sentidos. Una obra maestra.

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