29 de mayo de 2015

Mad Max Fury Road de George Miller: Cine en estado puro

























Cuando los hermanos Lumiere crearon el cinematógrafo, lo primero que proyectaron a los asombrados primeros espectadores fue un tren en movimiento. Porque la razón del cine es la imagen en movimiento y aquel que sepa como trasladar la ilusión de movimiento de la mejor manera posible es un mago del celuloide. Y la experiencia en pantalla grande de este nuevo Mad Max puede que sea de las cosas más cercanas a ese tren que puedan experimentar los espectadores multipantalla del siglo XXI.



Fury Road es una película visceral, primitiva, un tour de force narrativo, donde Miller nos narra una brutal persecución automovilística durante dos horas que pasan volando, donde a partir de un guión sencillo que no simple, nos presenta a unos personajes básicos pero perfectamente definidos de la manera más complicada, a través de sus acciones.



Nunca he sido fan de las tres primeras películas de Mad Max y vistas actualmente demuestran que Miller estaba muy dotado para la acción y el movimiento, pero las ya clásicas entregas de los 80 han quedado algo anticuadas. Y lo que consigue Miller en esta nueva entrega es dotar a esta secuela del espíritu y el tono de las originales, sobre todo de su secuela y exprimir todos los aciertos de aquella en un espectáculo audiovisual que te aturde y fascina de la misma manera que Max y Furiosa y el resto de personajes de la película encadenan set pieces de acción una detrás de otra sin respiro para llevar al espectador actual a sentir la misma fascinación básica que sintieron aquellos que vieron el milagro del celuloide por primera vez en pantalla grande.



Porque esta película es para disfrutarla en cine, con la pantalla más grande posible y el sónido Dolby Atmos a todo trapo, consiguiendo una experiencia inmersiva de primer orden donde las palabras dejan paso al ruido y la furía, dejando a los personajes que se expresen a través de lo que hacen y no de lo que dicen. A destacar la magnífica y gutural interpretación de Tom Hardy como el nuevo Mad Max y sobre todo la inmensa Charlize Theron como Imperator Furiosa, icono femenino desde ya del cine de acción de todos los tiempos y que se coloca en el podio con las ya míticas e icónicas Ripley y Sarah Connor, interpretadas por Sigourney Weaver y Linda Hamilton.



Pero lo que más me alegra de esta obra es ver que todavía es posible un cine atrevido y original en el adocenado y cobarde cine mainstream actual. Un cine que se atreve a experimentar visual y narrativamente, donde la acción es dura y sangrienta, trayendo al recuerdo no solo la obra de Miller, sino autores como Verhoeven o Carpenter. Cine de acción y ciencia ficción para adultos, sin mojigaterías y remilgos basadas en decisiones de departamentos de marketing que no han pisado un cine en su vida y que nunca han amado el medio. En definitiva, cine hecho por amantes del cine para amantes de un cine más puro que parecía que había sido dejado atrás. Ojalá este Mad Max sea solo la punta de lanza.

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