10 de julio de 2015

Terminator Genysis de Alan Taylor: Un reboot mediocre e innecesario





















Reinicio o Reboot. Una palabra que provoca escalofríos a todos los amantes del séptimo arte cuando lo escuchamos. Los hemos tenido buenos e interesantes, como El Batman Nolaniano o el Star Trek de J.J. Abrams. Nuevas interpretaciones inteligentes de un material que es capaz de ser contado de nuevo, siempre y cuando rompas con el pasado y presentes al espectador un punto de vista nuevo e innovador de un material ya utilizado.

El problema es cuando no hay nada nuevo que contar y lo único que interesa es seguir generando entregas de una saga al mismo ritmo que un McDonalds prepara Big Macs. El primer ejemplo de ello lo hemos tenido este verano con Jurassic World, un remake inconfeso con un lavado de cara del título original de Steven Spielberg que curiosamente ha arrasado allá donde pasa.



Lo que pasa es que Jurassic Park tampoco es uno de los grandes títulos de Steven Spielberg y el visionado de su cuarta entrega me dejo frío pero me hizo pasar el rato, aunque había momentos que me asombraba el refrito de escenas y planos calcados (llamémosle homenajes) que tenía el filme a lo largo de todo el metraje.

El caso, que para mi Terminator es otra cosa, ya que junto a Aliens, sus dos primeras entregas son lo mejor que ha entregado James Cameron, dos peliculones de ciencia ficción, que cambiaron el género, tanto estilísticamente, como en materia de efectos especiales y gran espectáculo, en concreto su segunda parte, una reversión más para todos los públicos del original, una pequeña película de ciencia ficción, donde el terror estaba por encima de la pirotecnia.



Y tras dos entregas fallidas (T-3 y Terminator Salvation), los ejecutivos de Hollywood creen que se puede seguir exprimiendo el filón de una saga agotada y que no da más de si. Y se sacan de la manga este reinicio para volver a contar lo mismo.

Lo malo no es que nos vuelvan a contar lo mismo, sino que encima está realizada de una manera plana e insulsa. Porque es muy lamentable que casi 25 años después de la secuela firmada por Cameron y el avance en materia de efectos especiales, esta nueva entrega palidezca ante el filme que fue un antes y después en materia técnica.



La razón, que Cameron sabía dosificar la acción, sabía planificar una escena de acción, dándole el tempo justo, eligiendo los planos a conciencia. Un ejemplo, el prólogo de T-2, de tres minutos escasos donde la voz en off de Sarah Connor nos narraba la guerra entre humanos y máquinas, mientras el espectador asistía con la boca abierta a una corta pero intensa batalla jamás vista hasta el momento, ha dado paso en esta nueva entrega a un largísimo prólogo que nos vuelve a contar lo mismo, pero sumiendo al espectador en el más profundo de los letargos.

Y la primera hora de la película sigue los mismos pasos. Un greatest hits sin ton ni son de los dos primeros Terminators, apelotonando supuestas set-pieces de acción que pretenden quitar el aliento, pero que están vacías de emoción, adrenalina y alma. El posterior giro argumental reventado en los trailers (demostrando la poca convicción de los productores del interés del público en la misma) como idea está interesante para un fan fiction o what if? de aficionado, pero su desarrollo, a lo largo de la segunda hora de metraje, tiene un ritmo tan moroso, tan mal ejecutado y tan desganado, que el espectador está tan interesado, que piensa mientras está en la sala de cine, si se ha dejado el gas abierto, ha cerrado el coche con llave o si va a cenar hamburguesa o pizza después de la sesión.



Pasando a los actores, decir que todos están de juzgado de guardia. Emilia Clarke, interpretando a una insoportable y nada creíble Sarah Connor, el nuevo Kyle Reese, mal actor y cero carisma... Decir que lo mejor de la función es un Schwarzenneger hastiado y que solo está interesado en los ceros del cheque que le habrán pagado, da ejemplo de lo que nos encontraremos en materia actoral. 

En definitiva, un título que hará que miremos con mejores ojos las denostadas tercera y cuarta entrega de la saga. La tercera, porque en algunos momentos parece una serie B de bajo presupuesto, por lo menos tiene un final arriesgado e interesante y Salvation, porque aunque fallida, por lo menos intentó hacer algo diferente. Esta entrega firmada por Alan Taylor es la demostración fehaciente de un mal generalizado del Hollywood actual. Películas ni buenas ni malas. Películas asépticas, que viven de los triunfos y el talento del pasado, sin aportar nada nuevo, nada original, nada digno de mención.

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