17 de diciembre de 2015

Star Wars Episodio 5: El Imperio Contraataca. La perfección hecha secuela


































Las secuelas de una película amada siempre son un arma de doble filo. Sabes que aquellos que adoran el material original van a ir corriendo a ver la continuación, pero también sabes que las expectativas son muy difíciles de llevar a buen puerto, no importa lo bueno que sea el material que vas a entregar. Y eso pasaba con este Imperio Contraataca, secuela de Star Wars y capítulo intermedio de una historia que terminaría en El Retorno del Jedi.

¿Qué podía entregar Lucas que no solo estuviera a la altura de las sensaciones que había originado el original y que no sonara a refrito o ya visto? Pues entregar una secuela que desafiara todas las expectativas y que no se pareciera al original ni en forma ni en fondo.



Lo primero que hizo Lucas fue abandonar la silla de director que tantas agonías le había traído rodando la película original. Además, el creador estaba montando su propio estudio de efectos especiales y además era la primera vez que se autofinanció la película por si mismo, para no tener ningún control sobre los ejecutivos de los estudios que siempre han sido cerrados de miras y posiblemente esperaban que Lucas les entregara un producto muy similar al ya realizado.

Lucas puso como director a un antiguo profesor suyo de cinematografía, Irvin Kershner, que aportó a la saga un estilo elegante y funcional y una mejor dirección de actores, algo que sabía Lucas que no era su fuerte. Y aunque la historia seguía siendo cien por cien made in George Lucas, colaboró con dos guionistas, la fallecida escritora de ciencia ficción Leigh Bracket, pero sobre todo con Lawrence Kasdan, un guionista que ofreció a la saga los diálogos más acerados y brillantes que ha tenido en toda su historia.



Porque Kasdan lo que le entregó a la saga fue la fusión entre los seriales de Republic con el ritmo endiablado de unos diálogos de la época dorada de la comedia americana de los años 40, reflejada en una relación de amor y odio absolutamente brillante entre Han Solo y la Princesa Leia. Porque los personajes en manos de Kershner y los diálogos de Kasdan, respiraban, sentían y vibraban en la pantalla.



Han Solo se humanizaba sin perder sus mejores aspectos de caradura y superviviente, Leia se convertía en una mujer de armas tomar pero con sentimientos muy humanos y Luke Skywalker dejaba a un lado sus aspectos más naives, en un camino a la madurez poblado de sorpresas, traiciones y mucho dolor.

Porque ahora parece lo típico de toda secuela que se precie y que por supuesto se compara con este Imperio Contraataca, y es que los personajes y la historia en este momento se tiene que poner muy pero que muy difícil para nuestros protagonistas. Tienen que sufrir, equivocarse, para que el destino final sea merecido. Y por supuesto, un capítulo intermedio tiene que tener unos cliffhangers de aupa para dejar al fan enganchado para saber como termina la historia.



Y esta película los tiene con creces. Han Solo congelado en carbonita y llevado a un destino incierto en manos de Jabba el Hutt, Luke enfrentado a la terrible verdad de la revelación de Darth Vader y unos héroes que parece que han sido vencidos por el mal pero que aun tienen la fuerza para superar los baches y enfrentarse a una última batalla en apariencia definitiva.



Pero la película no solo es eso, sino que ofreció la gran mayoría de elementos que hicieron que Star Wars fuera algo más que un entretenimiento excelente. Creó una mitología y unos personajes que han traspasado fronteras, añadiendo al reparto, personajes tan importantes para la saga como Yoda, excepcional creación de Jim Henson que Frank Oz le dio vida, convirtiendo el entrenamiento de Luke en el elemento seminal de la saga. O la presentación de un Emperador Palpatine que aquí todavía es una mera sombra que será mostrada en el capítulo final. O la presentación en sociedad del cazarrecompensas más famoso de la historia, Boba Fett, que con dos líneas de diálogo hizo soñar a toda una generación.



En definitiva, la película más redonda de la saga. Una obra perfecta de dirección, guión e interpretaciones, unida a un apartado técnico que mejoró lo inmejorable y que treinta y cinco años después sigue siendo igual de moderna y fresca, realzada por las notas del maestro Williams que volvió a crear nuevos e icónicos temas como la marcha imperial para el imaginario colectivo. Si Star Wars fue la película que hizo que nos gustara Star Wars, el Imperio Contraataca fue la que nos enamoró.

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