29 de enero de 2016

Secret Wars Mes 5 (Parte 5): Aún quedan historias por descubrir en Mundo Batalla






































Aun quedaban "tie-ins" sin explorar a dos meses del final de estas nuevas Secret Wars y mundos por explorar dentro de la rica imagineria basada en éxitos pasados que se ha sacado de la manga Jonathan Hickman.



La primera de ellas y más destacable es "Dinastía de M" de Dennis Hopeless. Y si este no había estado muy acertado en su aproximación a "Inferno", aquí si que sabe sacarle punta al universo creado por Bendis y Coipiel en la saga original, donde Magneto y su cohorte se han convertido en unos Borbones cualquiera, caprichosos y consentidos. El dibujante, Marco Failla emula con acierto el trabajo original de Coipel, aportando su toque personal y aunque el primer ejemplar es superior al segundo, donde este empieza a discurrir por caminos más conocidos, por lo menos tengo curiosidad por saber como termina.



Al contrario, Guardianes de Sapiencial del duo Bendis y Deodato, demuestra dos cosas. Que Bendis ni aquí ni en la serie regular de los Guardianes les ha sabido pillar el punto y que Mike Deodato es un monstruo del dibujo y que solo por él y su imaginería merece la pena darse una vuelta por esta reinterpretación del supergrupo cósmico.



En cambio, Planeta Hulk es muy pero que muy aburrida. Sam Humphries entrega de nuevo a los lectores poca novedad, mucha tibieza y poco desarrollo de personajes. Si a eso le sumas el poco inspirado arte de Marc Laming, un imitador de un dibujante tan limitado como Sean Chen, nos encontramos con un tebeo muy poco recomendable cuyo máximo aliciente son las excelentes portadas de Mike del Mundo.



Terminamos con Modok Asesino, una divertida y gamberra miniserie por el nunca suficientemente valorado Christopher Yost. Un trabajo intrascendente pero que ya solo merece la pena por esa relación platónica e hilarante entre Modok y Ángela.

28 de enero de 2016

Sandman Overture de Neil Gaiman y J.H. Williams III: Una declaración de amor de Gaiman a su obra y a su legión de seguidores


















Que Sandman es una de las obras cumbres para la historia del medio es un hecho. Que pocos tebeos han tenido la influencia que la obra de Gaiman, también lo es. Diferente es el grado de amor que se le tenga al conjunto. Hay mucha gente que la considera una obra perfecta, sin aristas. Yo no estoy dentro de ese grupo. Mi opinión, que Sandman es una obra colosal, donde lo brillante se codea con lo irregular y que hay capítulos, sagas y momentos que me parecen memorables y otros que se me hacen cuesta arriba. Pero en ningún momento podría afirmar que los halagos que se le profesaron y se le siguen profesando estaban de más. Simplemente las teclas que Gaiman tocaba en su obra magna no resonaban con la intensidad que deberían en mi.



Pero aquí lo importante es ver si su nueva aproximación al personaje, 25 años después de la aparición del mismo, ha merecido la pena o si ha sido un sacacuartos que se aprovecha de la nostalgia de una época de esplendor en el mundo del cómic americano que es imposible volver a recuperar. La respuesta es que si ha merecido la pena.

Gaiman se saca de la manga de manera brillante un prólogo a los acontecimientos que conocimos en el primer capítulo de Preludios y Nocturnos, donde vuelve a saber equilibrar su gusto por lo familiar y lo universal, en una pequeña historia en apariencia pero cuyo tema principal es el fin del universo. El culpable, un Morfeo que debe tomar decisiones basadas en su conciencia culpable y que llevará a los lectores a un viaje por el universo, donde conoceremos facetas desconocidas de Morfeo y su familia, que harán las delicias de los verdaderos fans de la serie.



Porque son esos fans que se conocen los 75 ejemplares de la serie original los que disfrutarán como niños con zapatos nuevos con la infinidad de referencias a lo ya acontecido y que les hará releer de manera compulsiva la serie original, gracias a los cambios sutiles que Gaiman ofrece en esta precuela que también es secuela del original, pero que no revelaré aquí para no estropear la sorpresa de la pirueta que se marca Gaiman a aquellos que todavía no la hayan leído.



La otra gran baza de esta miniserie de seis episodios es el arte de J. H. Williams. Porque uno de los puntos débiles de la serie original fue el baile de dibujantes, donde teníamos a autores tan competentes como Sam Kieth, Marc Hempel, Charles Vess o Chris Bachalo, junto a autores menos interesantes como Michael Zulli o Colleen Doran. Que habría sido de la obra si hubiera tenido un artista regular de la calidad de J. H. Williams, que le habría dado una mayor unidad visual a la misma, es lo que nos deja entrever esta nueva serie.



Williams es un auténtico maestro de la ilustración y la composición. No hay dos páginas iguales en su obra. Y no solo eso, sino que es capaz, y en este Sandman lo demuestra con creces, plasmando páginas de lo intimista a lo espectacular, de lo esquemático a lo preciosista e incluso homenajeando en viñetas y páginas concretas a autores como Frazetta, al Sam Kieth de los primeros números de la serie original o a obras como los tebeos de 2000 AD de principios de los 80.



El único problema, que su fantástico barroquismo visual en algunos momentos es abrumador, no siendo tan certero como en su obra magna, Promethea, quizás porque Moore sabía sacarle un mayor partido y un mayor equilibrio entre lo narrativo y lo estrictamente visual de lo que ha sido capaz Gaiman.



Pero en resumidas cuentas, Sandman Overture es una muy digna precuela/secuela de la obra original. Por supuesto no sorprende de la misma manera, pero los seguidores del autor y el personaje pueden estar muy tranquilos porque será muy difícil que se puedan llevar una decepción en un trabajo donde los dos autores implicados han puesto todo su esfuerzo y su talento para que la espera y las expectativas hayan valido la pena.

27 de enero de 2016

Secret Wars Mes 5 (Parte 4): Las series más irregulares afrontan su penúltimo episodio







































Del aluvión de títulos que han sido estas Secret Wars, lógicamente había algunos que esperabas más que otros. Ya fuera por la saga homenajeada o por los autores implicados en el asunto. En este somero repaso, están englobadas aquellas series que están próximas a terminar y que me han decepcionado por uno u otro motivo.



Comenzamos con los capítulos tres y cuatro de "La Era de Apocalipsis", realizada por el guionista original de la saga original, Fabian Nicieza y dibujada en su tercer capítulo por Gerardo Sandoval, que imita a la perfección el espectacular pero caótico dibujo de Madureira y Cruz, pero que patina en el momento que Iban Coello toma los lápices de la serie, rompiendo el estilo de la misma. En cuanto al guión de Nicieza, embarullado y complicado para una historia tan simple, que pretende epatar y parecer más de lo que cuenta, con un sinfín de personajes y soliloquios, pero que si se los quitas, únicamente queda el ruido y la furia de un Michael Bay cualquiera. Pero como homenaje a los años 90 es impecable.



James Robinson no levanta cabeza en su thriller tecno-noir. Una historia inspirada muy levemente por "La Guerra de las Armaduras" de finales de los 80, que plásticamente tenía un buen punto de partida, pero cuya frialdad impostada se traduce en una serie que incluso cuando revela su mayor misterio en este número, sigue dejando indiferente al lector del mismo.



Otro igual es Peter David, que no se si es porque estar acompañado por Greg Land le quita las ganas de escribir hasta al mismísimo Alan Moore, o que el antaño escritor que supo revitalizar a un personaje con tan poca chicha como es Hulk, ha perdido la magia de antaño, empañando su mítica Futuro Imperfecto original, por mucha Asgard y mitología nórdica que intente introducir en este ejemplar. 



Para terminar, mi verdadera gran decepción, Relatos Salvajes, sobre todo por lo bien que había tratado la fantasía heróica Jason Aaron en su magnífica etapa al frente de Thor. Acompañado por las espectaculares ilustraciones de Mike del Mundo, la lectura de Relatos Salvajes es como estar en una atracción de un parque de atracciones, todo muy bonito, pero si te acercas a los decorados verás que no hay nada detrás de ellos, por mucho que presentes y rescates a personajes oscuros de la historia de la editorial, como en esta ocasión al Hombre Cosa.

26 de enero de 2016

Daredevil: La Autobiografía de Matt Murdock de Mark Waid y Chris Samnee. La despedida de un tebeo que crea afición
























Cómo nos acostumbramos a las cosas buenas y cómo las aprendemos a valorar de verdad cuando desaparecen. Esa es la sensación que he tenido al leer el último volumen de la larga etapa de Mark Waid al frente de la nueva encarnación de El Hombre sin Miedo. Una etapa que nos lleva acompañando en España desde el verano de 2012 y que en Diciembre de ese 2015 que acaba de terminar se despidió en su octavo volumen.



Waid arrancó su etapa junto a autores tan imprescindibles como Paolo Rivera, Marcos Martín y Javier Rodríguez. Tres artistas que apoyados en la nueva visión de Waid, llevaron a nuestro abogado ciego favorito a un nuevo entorno, que sin olvidar su glorioso y oscuro pasado, quisieron humanizar e iluminar para que los lectores tuviéramos otro sabor en las grises aventuras de un Matt Murdock que parecía abocado eternamente a las tinieblas.

Y tras saber equilibrar el tono de uno de los personajes más carismáticos de Marvel e iniciar una nueva senda dentro de la editorial, de la que se han beneficiado títulos tan destacables como el Ojo de Halcón de Fraction y Aja o la Hulka de Soule y Pulido, Waid unió esfuerzos con el dibujante que quizás se haya convertido en su media naranja creativa, Chris Samnee.



El acierto de esta etapa fue humanizar a Matt Murdock, un Murdock que había sufrido mucho en el pasado, pero que intentaba de todas las maneras posibles escapar de las sombras de su vida pasada. Para ello, Waid sin evitar caer en las garras de un reboot que obviara su glorioso pasado, equilibró la ligereza y el "sense of fun" de su primera encarnación con los acontecimientos que comenzó Miller y que llevaron a sus máximas consecuencias autores tan talentosos como Bendis o Brubaker a principios del siglo XXI.



Este volumen final que engloba los últimos nueve números del actual volumen de la colección, continúa las aventuras de este nuevo y revitalizado Matt Murdock en la ciudad de San Francisco, una ciudad que es tan importante para el tono de la serie, como lo fue en su momento la ciudad de Nueva York para Miller. Una ciudad que se convierte en co-protagonista de la historia, al igual que la otra pareja que acompaña a Murdock en estas nuevas aventuras, su novia y socia de bufete Kirsten y su siempre fiel Foggy Nelson.



En este último bloque de historias, Murdock se deja atrapar en la pasión por la fama del estado de California, llevando a extremos insospechados la revelación de su identidad secreta, dando un respiro de ligereza y optimismo a la historia, hasta que un cúmulo de acontecimientos que escapan del control del personaje, acaban por desestabilizar de nuevo su frágil alegría. 



Esto servirá al duo Waid/Samnee para entregar una última saga que se tambalea entre las luces y las sombras, que obliga a Murdock a tener que pactar con su mayor némesis y que atenaza al lector en una historia que no puedes dejar de leer y de disfrutar del increíble arte de Samnee y que deja finalmente una sensación de haber sido testigo de un momento mágico en la historia del personaje. Un tebeo que será releído una y mil veces, un hito en la historia de la editorial y el ejemplo perfecto de como debe ser tratado este universo en este nuevo siglo.

25 de enero de 2016

Degenerado de Chloé Cruchaudet: La pesadilla de la identidad


























Publicado en el año 2014 en una cuidada edición por Dibbuks y ganadora de múltiples premios, destacando el Premio del Público en el Festival de Angouleme de 2014, Degenerado, basado en la historia real de Paul Grappe y su esposa Louise Landy está de más actualidad que nunca tras el estreno de La Chica Danesa, una película que al igual que esta obra trata el tema del travestismo.



Cruchaudet consigue adentrar al lector en la vida y la mente de Paul Grappe, un joven francés que tras desertar del ejercito tras la muerte de un compañero suyo, decide transformarse en mujer para no poder ser reconocido, con la ayuda de su esposa.



Lo que en un principio es meramente un disfraz comienza a apoderarse de la mente y el cuerpo de Paul, que se adentra en un descenso a los infiernos de su propia alma, convirtiéndose en un individuo escindido en dos, donde el juego se convierte en pesadilla y la identidad sexual comienza a diluirse.



Cruchaudet plasma este camino como si fuera una ensoñación, en un bello blanco y negro que solo lo rompe el uso del rojo, un rojo como metáfora de la pasión, lo prohibido en el París de los locos años 20, donde la libertad sexual y de experimentar y el conservadurismo hipócrita chocan de bruces llevando a la pareja protagonista del sueño del amor a la pesadilla de la realidad que afrontan.



Un tebeo apasionante, tanto en forma como en fondo, que se merece un lugar privilegiado en las estanterías de cualquier aficionado a la historieta.

24 de enero de 2016

Secret Wars Mes 5 (Parte 3): Logan, Zombies, Guanteletes del Infinito y los X-Men de los 90 llegan a su fin







































Las Secret Wars llegan a su fin y cada vez más series paralelas finalizan con mayor o menor fortuna. Las series que aquí nos dejan llevan desde el principio del evento y su desenlace va de lo sorprendente a lo convencional.



Comenzamos con El Viejo Logan, la serie donde Bendis tomó el relevo de ese Lobezno del futuro en la última buena obra de Mark Millar. Y Bendis nos sorprende con un final inesperado que sin desvelar demasiado, lleva al viejo Logan a encontrarse con la Patrulla X de la Tierra 616 y de la del 1610 para culminar con un final emotivo, inteligente y que abre el camino para que volvamos a tener a Lobezno en el nuevo universo que explosionará tras el final de las Secret Wars.



Y seguimos con los mutantes con el final de esa rareza que es X-Men '92. Y lo que en un principio no prometía nada, se ha convertido en uno de los títulos más frescos de estas Secret Wars. Un homenaje inteligente, no exento de una crítica desde el respeto a unos locos y absurdos años que quizás no fueron los mejores para los personajes y para la industria, pero que crearon una gran cantidad de conceptos y una estética que llevada de manera sabia puede dar todavía mucho más de si. Y esto es lo que ofrece este final que no es más que un prólogo de lo que está por venir en la por mi, muy esperada continuación de una serie que se ha convertido en uno de los títulos a descubrir de la nueva Marvel.



En cambio, El Guantelete del Infinito ha sido un tebeo correcto sin más. Una miniserie que si ha destacado en algo ha sido en el excelente trabajo gráfico de Dustin Weaver y por esa familia Nova que se ha presentado en sociedad. El problema, que este final, al igual que el ejemplar anterior sin ser un mal tebeo, tampoco hace vibrar de emoción, teniendo todos los ingredientes para ello.



Lo mismo para el final de Marvel Zombies, un título del que no esperaba nada, pero que me sorprendió muy gratamente en los dos primeros ejemplares, sobre todo por el arte de Kev Walker, pero cuya trama argumental ha sido resuelta funcionalmente pero sin ningún tipo de brillantez.

23 de enero de 2016

La Trilogía de Nemo de Alan Moore y Kevin O'Neill: Una saga familiar con aroma pulp






































Uno de los grandes problemas de las ficciones populares en formato cómic es el lento paso del tiempo o incluso el nulo paso del mismo. Los seguidores de universos de ficción tales como los mundos creados por Marvel o DC saben perfectamente de lo que hablo. Múltiples reinicios, personajes que en el momento que el cambio les sobrevuela son vueltos a la casilla de salida por temor a que ese ser eterno crezca, madure y en algún momento muera.



Lo mismo ocurre con los personajes de las novelas pulp u obras congeladas en el tiempo debido a que no tuvieron continuidad, pero que han ido creando el imaginario colectivo no solo de los seguidores del género fantástico sino de la cultura popular. María, El Doctor Mabuse, James Bond y su mundo, La Criatura de la Laguna Negra, el Mundo Perdido de Arthur Conan Doyle y un largo número de personajes que inundan estas páginas han sido absorbidos por nuestra cultura. ¿Pero qué pasaría si esos personajes y esos universos compartieran un mismo mundo?



Eso es lo que se plantearon Alan Moore y Kevin O'Neill cuando idearon La Liga de los Hombres Extraordinarios, casi el primer supergrupo de la historia que bebía de la literatura clásica de ciencia ficción y terror de finales del siglo XIX con exponentes tan importantes y fundamentales como Julio Verne, H.G.Wells o Bram Stoker, pero aderezado por otros géneros llamados menores o marginales como el de superhéroes, la literatura pulp de espías con Ian Fleming a la cabeza, las biblias de Tijuana, la serie B de los años 50 o los explotation magazines para hombres.



Y en el momento que el genio inglés no tuvo nada más que contar acerca de su ya mítica Liga que abarcó desde finales del siglo XIX a principios de este nuevo siglo, se sacó de la manga un spin-off con la heredera del Capitán Nemo, una hija que presentó en sociedad en el primer especial de la trilogía de los Hombres Extraordinarios llamada Century.

Pero el personaje era tan interesante que se merecía un título para ella sola. Y así, Alan Moore escribió tres novelas gráficas que abarcaría la vida de esta nueva pirata de los mares y también de su familia, amigos y herederos.



Leídas por separado no hace justicia al trabajo de Moore, ya que la obra completa se paladea y aprecia leída del tirón. Y así me ocurrió en su momento con la publicación de los dos primeros volúmenes. Lecturas agradables, pero a las que les faltaba algo que nos recordara los trabajos más memorables del alabado guionista.



Por supuesto que Moore ya no tiene la ambición de sus inicios y es difícil que nos entregue algo que pueda impactarnos de la misma manera que su Miracleman, Swamp Thing o From Hell, pero en su ligereza, su absoluta falta de pretensiones, encontramos un tebeo donde el inglés sigue demostrando que ha sido quien fue, gracias a una visión muy particular de los géneros llamados menores, donde es capaz de homenajear a todos ellos, pero siempre entregando algo único y personal que va más allá del calco o la imitación.



De una Antártida Lovecraftiana, viajamos a una Alemania Nazi donde los símbolos y el imaginario del Tercer Reich se alinean con el futurismo desacerbado de la Metrópolis de Lang y de allí a una selva peruana donde el Mundo Perdido de Conan Doyle se da la mano con la explotation nazi más burda y vulgar. Una mezcla de géneros que en manos de cualquier autor menos experimentado y competente podría convertirse en un plato indigesto, pero que en manos de Moore se convierte en un entretenimiento inteligente, quizás no a la altura de sus grandes obras, pero que a estas alturas de su carrera, cuando no tiene que demostrarle nada a nadie, se agradece. 

21 de enero de 2016

The Private Eye de Brian K. Vaughan: Una magistral distopía/utopía noir en un mundo post-digital






















De vez en cuando, pero muy de vez en cuando, llega a tus manos una obra que te devuelve de nuevo la ilusión de que todavía no está todo inventado, que hay autores capaces de reinventar géneros y fusionarlos para entregar una obra diferente a todo aquello que se publica. Igualmente, cuando creemos que todo está inventado en la narrativa gráfica, somos testigos de dos autores sin miedo que se atreven a realizar algo comercial y artísticamente que muchos considerarían un suicidio profesional.



Porque el salto al vacío que llevaron a cabo Brian K. Vaughan y Marcos Martín no se debería tomar a la ligera, porque han abierto un nuevo camino para todos aquellos autores que quieran autopublicarse y abrirse camino en el mercado. Por supuesto que Vaughan y Martín tenían ya el terreno abonado por méritos propios, pero lanzarse a la aventura de autoeditarse exclusivamente online y permitir que su obra fuera paladeada por todos los públicos y pagaran lo que ellos consideraran, incluso nada, solo puede denominarse de valientes.



La suerte, que entre manos tenían un tebeo excelente. Una distopía/utopía (dependerá de cada uno decidir si es una cosa u otra) basada en los preceptos del noir en una Los Ángeles futurista en una sociedad que bebe del pasado tras el filtrado de todos los secretos, sucios o no de una población que dependía de una "Nube" para almacenar sus vidas, da pie a una en apariencia investigación policial heredera de Chandler, McCain y demás autores noir, donde nada es lo que parece.



Porque Vaughan y Martín plantean una historia con todos los elementos claves del noir, pero que sirve de reflejo de nuestro presente, donde la privacidad y el ego por aparentar dentro de los medios sociales , han dado paso a una sociedad donde la privacidad es tal que las personas ocultan y disfrazan su identidad, ya que la privacidad que fue mancillada es lo más preciado de sus vidas.



Y que decir del arte de Marcos Martín, absolutamente impresionante en composición, ideado y pensado para leer de manera digital en nuestras tablets (hermosa ironía) y que en su traslado al medio físico es aún más bello, en un tebeo que lees con absoluta fruición pero que vuelves para atrás para disfrutar de cada una de las páginas y viñetas que gracias al talento de Marcos Martín cuentan mucho más de ese fascinante mundo ideado por Vaughan que una vez más demuestra su originalidad y efectividad.



La fastuosa edición que Image Comics ha realizado en formato apaisado y gran formato en tapa dura no se queda atrás, a la altura de la magna y fundamental obra editada. Un lujo como objeto de coleccionismo y que viene repleta de material extra que nos adentra en las mentes creativas de dos autores excelentes en absoluta sincronía y que desde ya se convierte en una obra fundamental e imprescindible para los amantes del noveno arte.

20 de enero de 2016

Secret Wars Mes 5 (Parte 2): Los tie-ins comienzan a finalizar


A dos meses de que el evento central termine, los múltiples tie-ins que han ido apareciendo en estos últimos meses llegan a su recta final. Tanto en este post como en el próximo nos centraremos en aquellas miniseries que culminan con mayor a menor fortuna.

Comenzamos con Civil War, realizada por Charles Soule y Leinil Yu y que ha sido uno de los spin-offs más interesantes de toda la hornada de títulos. Aunque hay que decir que quizás estos tres últimos capítulos en su culminación no hayan sido tan brillantes como su interesante propuesta, a favor de Soule hay que admitir que la manera en la que abre una línea temporal divergente basada en los acontecimientos que desembocaron a partir de las Civil War originales, demuestra de nuevo que es uno de los valores más a tener en cuenta de la Marvel actual.

Otra serie que ha sorprendido para bien a sido la Saga de Korvac, donde Dan Abnett homenajea a la saga original sin olvidar la historia central de la que se nutren todas las series paralelas. Un tebeo con aroma a clásico, pero que demuestra como se han abierto las dos grandes compañías al nuevo talento alternativo, aquí representado por el arte de Otto Schmidt.

No puedo decir lo mismo del final de Hail Hydra, una buena premisa que se desarrolla con espesura al centrar su protagonismo en el hijo adoptivo de Steve Rogers, una lacra que ya tenía la serie del Capitán América de Remender, quizás el trabajo menos inspirado del genial guionista que a medida que ha ido creciendo su volumen de trabajo ha ido perdiendo su frescura. A destacar el acabado final de los lápices de Roland Boschi que recuerdan en algunos momentos al añorado Kevin Nowlan.

Fuerza V revela en su clímax final antes del comienzo de su serie regular dentro del universo Marvel tradicional que Marguerite Bennet y G.W. Wilson son dos de las guionistas que mejor saben aunar el aroma de la vieja y la nueva Marvel en un tebeo que es una pequeña joya y donde nos entregan una batalla final a la altura de los mejores momentos de la historia Marvel, apoyados en el que ya es una de las más grandes promesas de la industria, el dibujante Jorge Molina, con páginas y viñetas que van directamente al panteón de grandes momentos Marvel.

En cambio, Thors de Aaron y un intermitente Sprouse finaliza de manera correcta pero no tan interesante como su original premisa. Desvelados los asesinos de este extraño procedimental policial, la historia termina de manera lógica pero poco imaginativa, convirtiendo lo que podría haber sido uno de los hitos del evento en una historia correcta sin más que se dejó por el camino indagar más en la fascinante premisa de los Donald Blakes y Jane Foster asesinado/as.

Y terminamos el repaso de tie-ins que finalizan con una de mis mayores debilidades, Peque Marvels donde Skottie Young culmina su repaso por este mini-universo Marvel igual que comenzó, repleto de frescura, talento y mucha pero mucha diversión. Otra serie que al igual que Fuerza V, se merece regresar al universo Marvel tradicional para seguir disfrutando de la particular visión de Skottie Young.

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