20 de febrero de 2016

Deadpool de Tim Miller: Irreverente e hilarante carta de amor al mercenario bocazas


¿Quién le iba a decir a Fabian Nicieza y Rob Liefeld que su creación más popular, aparecida en la época más extrema y bizarra que se puede recordar en la historia del medio, llegaría tan lejos y se convertiría en la película que puede convertirse en el nuevo punto de inflexión del género?

Porque Deadpool, o Masacre como le hemos conocido los aficionados en España, es una bocanada de aire fresco para este subgénero del cine, quizás algo sobresaturado en la actualidad y que más o menos, exceptuando largometrajes puntuales que intentan salirse de la corriente, se están convirtiendo en un espectáculo adocenado donde la sorpresa es muy poco habitual.

Y lo han conseguido con una película gamberra y malhablada, repleta de ironía para ella misma y para el género, como lo fueron la aclamada etapa de Joe Kelly al frente del personaje a finales de los años 90 y que convirtió al personaje en el icono de Marvel que es actualmente. Un personaje que llevaba al extremo la autorreferencialidad y la ruptura de la cuarta pared de la Hulka de John Byrne y la espontaneidad de Spiderman.

Todo eso lo tiene este largometraje, humilde en pretensiones, duración y presupuesto, pero excepcional en lo que tiene que ser un blockbuster hollywoodiense: entretenimiento a raudales. Y es que este Deadpool sin querer ser más que lo que es, una película para pasar un muy buen rato, ha conseguido descubrir al público neófito que aún hay más capas que rascar en el sobreexplotado terreno de los superhéroes.

El mérito se reparte entre la fresca y dinámica dirección del debutante Tim Miller (menúdo debut) y el impagable carisma de Un Ryan Reynolds que a la tercera va la vencida en el mundo superheróico y consigue convertirse en icono de una generación donde la violencia extrema pero inofensiva y el chiste vulgar pero inteligente da paso también a una historia de personajes entrañables que en escasos 100 minutos consigue mucho más que muchas otras obras con pretensiones mucho más elevadas.

Reynolds se come la pantalla tanto con máscara como sin ella, dotando de expresividad a un rostro oculto pero que a través de un lenguaje gestual excepcional dota al personaje de una personalidad única y carismática. Morenna Baccarin vuelve a estar más bella que nunca y los X-Men invitados, se convierten en los perfectos sidekicks objeto de burla de una franquicia y un género.

Sin olvidar por supuesto a la ciega Al y a Comadreja, compañeros de Deadpool y que dotan al filme de los momentos más divertidos y que espero que tengan aún más presencia en la ya firmada secuela.

En definitiva, un filme que satisfará y elevará a los altares del público cinematográfico a un nuevo icono y dejará muy satisfechos a los seguidores del personaje en una traslación cinematográfica que aunque no es fiel al 100% en lo narrativo, es 100% fiel en lo que importa, la fidelidad en el tono y en la esencia del personaje.

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