1 de marzo de 2016

Zenith Fase Uno de Grant Morrison y Steve Yeowell: Ha nacido una estrella


















Al igual que otros guionistas británicos, el joven Grant Morrison comenzó su andadura profesional en la revista 2000 AD. Una revista que fue la precursora de la oleada de autores británicos que inició Alan Moore a principios de los 80 y que cambió el placido y acomodado ecosistema del comic book americano.

Pero Morrison, igual que sus compañeros de profesión, sorprendió en su país antes de embarcarse en la aventura americana, en la segunda oleada de autores venidos de Gran Bretaña y que iría acompañado de otra figura legendaria como es Neil Gaiman.



Zenith apareció ya a finales de los 80, concretamente en el año 1987 y las influencias del precursor de esta nueva ola del cómic de género, Alan Moore, se deja sentir en este primerizo Zenith del que ECC ha editado un primer volumen de cuatro que completarán la obra.

El primer referente que viene a la cabeza al leer este volumen es el Miracleman de Alan Moore y su visión descarnada y apocalíptica del superhéroe en el mundo real. Pero detrás de la veneración de un joven Morrison hacia una fuente de inspiración que se convertiría en enemistad con el paso de los años, podemos vislumbrar junto a esa visión negra provocada por los años de Margaret Thatcher en el poder y que es tema común de esta generación de escritores, un delirio pop y dadaísta que se ve reflejado en el nihilista protagonista de nuestra obra, un joven superhéroe/estrella del pop que no tiene ningún interés en ser un referente moral y solo quiere beber y divertirse como si no hubiera un mañana.



El otro punto en el que podemos ver el camino en el que derivarían obras más maduras y complejas del escritor escocés como Los Invisibles es el gusto de Morrison por la iconografía pesadillesca Lovecraftiana en eses seres multidimensionales que serían elemento común de tebeos posteriores y que entremezclan el horror y una subrepticia sexualidad que le entronca con autores como Clive Barker.

El joven Morrison demuestra que su arrojo, valentía y desmesura controlada, ya que en este primer volumen casi autoconclusivo, sabe como lidiar con mil y un elementos esparcidos de manera en apariencia casual, pero perfectamente medido, que servirán para actos posteriores de la obra y que una vez leídos estos, darán una nueva visión y punto de vista en posteriores relecturas.



Su compañero en el apartado artístico, es el dibujante inglés Steve Yeowell, que luego le acompañaría en los primeros pasos de la obra más ambiciosa y completa del escritor, Los Invisibles, y que aunque el dibujante original y artífice de los diseños, Brendan McCarthy era una opción más adecuada, su sustituto afronta el trabajo sin destellos de brillantez, pero con una profesionalidad fuera de toda duda.

Así que ya sabes, si eres un fan absoluto de la imaginación desbordada de Grant Morrison como yo, este es un tebeo que no puedes dejar pasar. Unos primeros pasos firmes y decisivos para su excelente y revolucionario trabajo posterior, una obra contada en tres momentos decisivos del tiempo (los años 40, 60 y 80), una reinvención de acontecimientos históricos pasados por el prisma del horror y el género de superhéroes y en definitiva una obra única y menos conocida de un autor único.

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