25 de noviembre de 2016

Los Vengadores de Mark Waid, Mahmund Ashrar y Adam Kubert: Sentimientos encontrados






















Aunque sea una minoría y los lectores clásicos se me echen encima, para mi los últimos 10 años de las series Vengadoras han sido de las mejores de la historia del longevo grupo creado por Stan Lee y Jack Kirby en 1963. Tanto Bendis como Hickman en sus largas etapas entregaron historias diferentes, las del primero más cercanas y con los pies en la tierra, el segundo más cósmicas y complejas que volvieron a poner en el punto de mira a un supergrupo que desde mediados de los 80 solo había brillado levemente cuando Kurt Busiek recicló junto a Perez los hallazgos de guionistas como Shooter o Stern, pero sin aportar nada nuevo o de su cosecha.



Cierto es que Bendis perdió fuelle en sus últimos años o que a Hickman a veces se le iba la pinza e incluso podía llegar a ser algo espeso en según que momentos, pero lo que nadie puede negar es que entregaron dos obras muy personales y que sus hallazgos e ideas han dado forma al universo Marvel del siglo XXI, nos guste más o menos.

Pero el final de las Secret Wars han dado como resultado una nueva Marvel. Una Marvel que cada vez se mira más en su espejo cinematográfico y que quiere ganar nuevos tipos de lectores, de menor edad, de diferentes sexos y etnias. Y eso no es nada malo, sino todo lo contrario.



Poner en manos de Mark Waid, un guionista nada revolucionario al estilo de un Bendis o un Hickman, pero que sabe aunar tradición y modernidad mucho mejor que por ejemplo un Kurt Busiek, era una garantía de un buen tebeo, sin olvidar el magnífico trabajo que ha hecho con Daredevil en los últimos años o con el Capi y Ka-Zar en los 90.

La idea de Waid y la editorial es dejar atrás la magnificencia de la época Hickman y poner a Los Vengadores con los pies en la tierra. Para ello, les ha quitado los miles de millones, los ha convertido en un grupo con presupuesto ajustado y para equilibrar un tebeo que guste a los lectores jóvenes y veteranos, una alineación de nuevas viejas caras.



Unos Vengadores sin el trío por antonomasia es casi inconcebible. Y por eso tenemos a Iron Man, Thor y el Capitán América. Pero de los tres, el único de los originales es Tony Stark, mientras que los otros dos vienen de los cambios propiciados en las magníficas series regulares de ambos personajes guionizadas por Jason Aaron y Nick Spencer respectivamente.

Entre los jóvenes integrantes tenemos a las dos estrellas de la Marvel actual, Miles Morales/Spiderman y Kamala Khan/Ms. Marvel y en menor medida el nuevo Nova. Como nexo entre lo clásico y lo nuevo, un integrante posterior pero tremendamente icónico como es La Visión, de plena actualidad por su papel en las últimas entregas Marvel cinematográficas y protagonista absoluto del mejor tebeo de la Marvel actual, La Visión de Tom King.



Con estos ingredientes y Mark Waid a los guiones, en principio nada podía fallar. El problema, que aunque la receta y el chef sean excelentes, puede que la mezcla no llegue a cuajar del todo. Y no me entendáis mal, Los Vengadores de Waid tienen elementos que me gustan y me hacen acercarme mes a mes a la colección. La relación de amor-odio entre Kamala y Nova, el misterio de La Visión y su extraño comportamiento en la primera saga con la que arranca la etapa, la incipiente relación entre Jane Foster y Sam Wilson o la llegada de una nueva Avispa, con un personaje que a priori tiene potencial.

Pero a la serie le falta un algo, un punch que la eleve a los cielos. Y es que una amenaza Chitauri, el regreso de Kang o el viaje a la Zona Negativa y el encuentro con Annihilus no desprende la épica que la ocasión lo merece. Y es que el enfoque y el tono es más cercano a la nueva Ms. Marvel que a un tebeo de Los Vengadores, siendo la ligereza y el desenfado sus mayores cualidades.



Esa ligereza hace que la serie no tenga la intensidad necesaria para un tebeo que es eje de la editorial. El arte de Kubert y Ashrar tampoco ayuda. El primero, porque desde hace años se ha ido abandonando y lo que antes era marca de la casa, ahora se ha convertido en dejadez, con páginas que parecen más bocetos que artes finales. El segundo, un magnífico autor de trazo juvenil y limpio, es más apropiado para un Miles Morales o una Kamala Khan que para Los Héroes Más Grandes de la Tierra.

Habrá que darle tiempo. Pero el problema, que entre eventos metidos a capón (ya han pasado por Punto Muerto y ahora vienen las Civil War) y los anunciados cambios en el status quo en el horizonte pueden echar por tierra una etapa que a lo mejor Waid quiso ir cocinando a fuego lento y que por precipitados imperativos editoriales se quede a medio cocinar y pase a la historia como una oportunidad perdida y efímera, un curioso pie de página en la historia del supergrupo y no la gran etapa revitalizadora que Waid, la editorial y una gran parte del fandom pedía y anhelaba.

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