11 de febrero de 2017

Camino a los Oscar 2017 Parte 1: Del musical social a la epopeya fallida, de la fabulosa oda al feminismo al dramón de sobremesa, pasando por la intelectualidad vacua y el western rural con toques de denuncia social






































Sing Street de John Carney.

En este repaso para valorar aquellas películas que compiten en la carrera para los Oscar 2017, comienzo con una que no está nominada a ninguna de sus categorías. La razón de su inclusión no es otra que la nueva obra del autor de Once y Begin Again debería competir en la categoría a mejor película porque es una de las mejores obras del pasado año. Una obra tan humilde como brillante, sentimental y positiva que reúne todos los aspectos positivos de sus dos anteriores trabajos y los potencia hasta límites insospechados en la historia de un chico de barrio de clase trabajadora en la tumultuosa Dublín de los años 80 donde los sueños y el amor se enfrentan a una realidad social y familiar compleja, donde la música como en todos los trabajos de Carney sirve como revulsivo del cambio.

Vivir de Noche de Ben Affleck.

Por razones parecidas pero diametralmente opuestas incluyo el nuevo trabajo de Ben Affleck como director. Un trabajo que aspiraba a ser uno de los "must" del año pero que refleja lamentablemente el complicado año tanto personal como profesional por el que pasa el actor/director. Vivir de Noche es un bello descarrilamiento de trenes. Un trabajo visualmente poderoso y deslumbrante, que se merecía alguna nominación en los apartados técnicos, pero que fracasa estrepitosamente en su intento de abarcar una novela de Dennis Lehane, donde el desequilibrio tonal y el intento de abarcar múltiples temas en un ajustado metraje de escasas dos horas acaban provocando el tedio y el desinterés de aquello que en el fondo vislumbras quiere contarnos el autor. 

20th Century Women de Mike Mills.

Una triste nominación al mejor guión original consigue una obra que hace un par de décadas o menos habría podido considerarse entre una de las posibles triunfadoras de la gala, al estilo de American Beauty en el año 2000. Y aunque no alcanza las cotas de brillantez de esta última, la obra de Mike Mills es un alegato feminista inteligente a través de los ojos de tres mujeres, las excelentes Annette Bening, Elle Fanning y Greta Gerwig y los hombres que son transformados por su influencia. Una bella e inteligente historia, con un montaje y un estilo visual que la ponen por encima de otros productos correctos pero demasiado encasillados en el telefilme de sobremesa como The Kids are Alright, que deja un poso a todo aquel que la ve.

Manchester by the Sea de Kenneth Lorgan.

En cambio, una de las grandes triunfadoras de las nominaciones y la única película que puede hacer sombra a La La Land en la entrega de premios es este trabajo sobrevalorado y sobredimensionado. Cierto es que la película no es mala y tiene sus momentos poderosos, sobre todo ese flashback a mitad del largo que da sentido a todo lo que nos está contando, completamente escalofriante y que la interpretación de Casey Affleck es uno de los mejores trabajos actorales del año. Pero la película se ve con la misma facilidad que se olvida y seguramente en un par de años nadie se acordará de ella.

Paterson de Jim Jarmusch.

Sin nominaciones pero con muchas posibilidades de ser nominada, el nuevo trabajo del director Jim Jarmusch ha sido recibido con halagos casi unánimes. Desde mi punto de vista, una obra soporífera donde nada ocurre y todo sigue igual. Seguramente muchos me dirán que así es la vida y que Paterson es una obra maestra del tedio de nuestra sociedad actual. Pero también a mucha gente le gusta la obra de Harvey Pekar o El Caminante de Jiro Taniguchi y a mi solo me provoca bostezos.

Comanchería de David MacKenzie.

Una de las grandes sorpresas de este año, que ha sido nominada a varias categorías entre ellas a mejor película, mejor guión original y actor secundario. Pocas posibilidades tiene exceptuando la de secundario para un Jeff Bridges inmenso que cada vez se parece más a William Hurt y que destaca por su fantástico ritmo, una poderosa dirección y una historia con ecos de la fabulosa Un Mundo Perfecto de Clint Eastwood que sirve además como poderosa denuncia a los verdaderos ladrones del siglo XXI, los bancos.

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